jueves, 25 de febrero de 2010

PALABRAS AL LIBRO "RETRATOS DEL MEDIODÍA"


Por Duncan Sedano Vásquez


Conocí a Luis Cabrera Vigo una noche cuyos detalles se han perdido en el tiempo. Sólo recuerdo que se acercó a mí y de manera subrepticia me entregó un manojo de papeles escritos con lapicero azul. Era su poesía. Era su poesía balbuceante aún pero ya poderosa. Tuve que publicarla en la página del diario en el que entonces colaboraba. No podía negarme a la evidencia: estaba ante un verdadero escritor.
Luego de eso, Luis Cabrera siguió construyendo textos cada vez más maduros, cada vez más redondos, hasta concluir en el libro que hoy da a las prensas. En éste, se han concentrado las dos líneas principales que vertebran su obra: la cotidianeidad familiar y el universo citadino.
En cuanto al primero, la familia, las actos diarios, la vida ordinaria, son el combustible utilizado por Luis Cabrera para mover su motor poético (“Verdad es que la hora del desayuno/es la hora más desolada”), lo que constituye un sutil mecanismo para conectarse con sus lectores, también protagonistas de la vida común de todos los días, repetida pero aún así terrible.
En cuanto al segundo, la ciudad es el ámbito de reflexión desde la cual se reconstruye la realidad poética, siguiendo los postulados de Apollinaire de transformar estas calles, estos edificios, estos autos, estas tiendas, en símbolos, en metáforas (“Mercaderes, oficinistas, policías y pintores/confeccionan sus zapatos/con el duro cuero de la calma”).
Esta es la obra, entonces. El resto es literatura.

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